No todos los días puede decirse. Ni todos los años.
Suma y suma, poco a poco, día a día, han llegado las bodas de plata del Banco de Alimentos de Granada. Nació oficialmente el 14 de noviembre de 1995, por la iniciativa de unas pocas personas, que, con ilusión, y con ganas de ayudar a las personas que lo pasan mal, decidieron con su esfuerzo aliviar su problema más básico; la alimentación. Resuelta esta necesidad básica, el motor personal de cada uno podría dar un impulso para dedicarse a buscar trabajo con la tranquilidad de estar esta partida solucionada.
Eliminar el despilfarro, cuidar el medio ambiente, favorecer la justicia social y buscar soluciones para la empleabilidad de las personas, es parte de lo que a lo largo de estos años se ha conseguido hacer desde la institución.
Hicimos un estudio en 2019, para cuantificar la ayuda que a lo largo de los años ha dado la institución, concluyendo que serviría para alimentar a una población como Jaén, durante un año entero.
Y un mal momento…. porque el Banco coge protagonismo cuando vienen las crisis, siempre está para quienes nos necesitan, a pesar de las limitaciones que esta institución tiene. A lo largo de los años, con mucho esfuerzo, se ha superado siempre gracias a la generosidad de los granadinos, tanto donaciones de alimentos (1 kg puede suponer 10 raciones de comida), como los ingresos económicos para poder gestionarlos (1 € supone el reparto de 25 kg de comida).
Como dice nuestro presidente Indalecio García, uno de los fundadores, el Banco es una mesa con tres patas. Voluntarios, alimentos y recursos económicos. Si se cae una pata, la mesa también lo hace. Y esta crisis sanitaria, a diferencia de las otras, ha hecho mella en dos de las tres patas. Los voluntarios desaparecieron prácticamente durante el confinamiento, y en la “nueva normalidad” actual, han empezado a desaparecer también, porque el respeto a la enfermedad, en personas que tienen perfil septuagenario, se puede entender como algo normal.
Ahí Granada ha respondido. En el confinamiento, muchos colectivos se volcaron con nosotros, especialmente los Scouts, las cofradías y otras organizaciones. Dieron la talla y se salvó el momento. En esta segunda fase, el llamamiento de algunos voluntarios a su círculo de amistades, también empieza a dar resultado. ¡Hemos levantado una de las patas!
Peor éxito la pata económica. Todos los actos y actividades previstas en este año, no han podido hacerse, con una evidente falta de recursos económicos para cuadrar el presupuesto. La cuarta parte de éste ha desparecido, más de 50.000 €.
Pero la historia del Banco de Alimentos siempre ha sido adaptarse a las circunstancias. Se da lo que se tiene y se consigue, de forma equitativa, y siempre con una sonrisa.
Solo somos una extensión del brazo de los granadinos, que dan su solidaridad, comprensión y apoyo a sus vecinos más necesitados.